¿Una teología de la vida pública?
Cuando se trata el tema del cristiano en la vida pública suele darse una doble reacción: 1) Para unos todo cuanto atañe a asuntos públicos es ajeno a la fe, ya que ésta tiene su radio de acción únicamente en el ámbito privado de la conciencia, en la que el hombre se relaciona con Dios. Esta actitud es compartida por quienes desde el secularismo piensan que es la ausencia de la fe, que debe reclamar en exclusiva el espacio público. 2) Otros, por el contrario, consideran que la fe tiene que informar toda la vida del cristiano que, como cualquier hombre, es fundamentalmente un ser social.
Es decir, que con todas las complejidades y riesgos que conlleva hacerse presente en la vida pública, el llamamiento a servir y encontrar a los demás dondequiera que se encuentren, significa extender el amor de Dios al mundo. Es en este sentido que la recuperacion del sentido de la vida pública a la luz de la fe adquiere una enorme importancia. En pocas palabras, necesitamos una teologia de la vida pública.
Pero este esfuerzo por vivir la fe en la sociedad tiene que hacerse explícito. A este respecto cito el pensamiento de Hannah Arendt para quien la acción (praxis) sólo es política cuando va acompañada de la palabra (lexis), en la medida en que esta última convierte en significativa la praxis. Es decir, que cuando la acción se hace acompañar por el discurso, los hombres pueden revelar lo que son y lo que desean para el mundo.
En nuestro contexto, esto significa que la acción social y política de los cristianos en este pais debe explicitarse en un discurso que retome el valor que tiene actuar en la sociedad y a favor de la sociedad. Un discurso que explicite las tres virtudes fundamentales en la vida cristiana que son la fe, la esperanza y el amor.
La fe en Dios que se traduce en autoconfianza colectiva para un pueblo que cree muy poco en si mismo. La fe que produce obras para una super espiritualidad a la guatemalteca que arranca del pasado precolombino – religiones mayas-quichés fatalistas- y ahora se encarna en una evasión del mundo ("Más allá del sol") que no es bíblica ni justa.
La esperanza de un pueblo cuando las ideologías y los hombres hemos fallado. Solamente la confianza en la verdad y la justicia de Dios puede llenar de expectativas positivas a los ciudadanos para emprender una y otra vez la reforma de la sociedad y de sus instituciones en una sociedad presa de la desesperanza.
Para Mathewes (2007:146) la vida pública en el mundo contemporáneo no solamente es testimonio sino que es principalmente la actividad que la iglesia, como el cuerpo de Cristo, emprende en alabanza de Dios como Creador, Sostenedor y Redentor.
En la medida en que podamos empalmar nuestras acciones, que emanan de practicar la vida cristiana de amor, fe y esperanza, con un mensaje referido a la situación de la sociedad guatemalteca, se habrá abierto seguramente la ruta por la que la comunidad protestante en este pais incida en las estructuras sociales y políticas. Mientras tanto, nuestras acciones no tendrán metas explícitas y la sociedad tampoco podrá comprenderlas ni sentirse desafiada a cambiar.
[extraído de Los cristianos y la vida pública]
Marco Tulio Cajas L.
El Lic. Marco Tulio Cajas L. trabaja en el Centro de Formación Esdras, en Guatemala.
Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar
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