miércoles, 14 de octubre de 2009

Miércoles 14 de octubre

Dietrich Bonhoeffer: un pastor contra el terror

En la madrugada del 9 de abril de 1945, en el patio del campo de Flossenbürg, resuenan los pasos de hombres que asistirán al último acto de la vida de Dietrich Bonhoeffer, un pastor luterano que, fiel a su llamado en Cristo, no estimó el costo de su vida en la denuncia del pecado y de la barbarie más grande de su tiempo: el régimen de Hitler.

Fue aquella mañana que la horca puso fin a una vida singular, imbuida de fidelidad a Dios , a su pueblo y a su conciencia. Pero mucho antes de esa fecha ya había dado el teólogo alemán claras evidencias de su oposición al régimen totalitario y genocida del nazismo.

En febrero de 1933, a poco de llegar el partido hitleriano al poder, una alocución crítica de Bonhoeffer en radio es interrumpida por la Gestapo. Ese mismo año, junto con Niemöller y Barth, forma la Iglesia Confesante (Bekennende Kirche ), que agrupa a todos aquellos cristianos que se oponen al planteo totalitario, antisemita y racista de Hitler, y se separa de la iglesia oficial (Deutschen Christen), que se convierte en la iglesia del Reich.

"Iglesia, ¡permanece siendo Iglesia! Sé fiel a tus principios... Sé fiel a tus creencias" (Sermón de 1933).

En 1935 comienza a dirigir un seminario para la formación de pastores de la Iglesia Confesante. Es en esta época que da inicio a una de sus obras más conocidas : "El precio de la gracia", así como "Vida en comunidad". Esta labor termina abruptamente cuando la Gestapo clausura el centro en 1937.

Ya un año antes, en 1936, le han quitado su cátedra en la universidad y ahora también se le prohibirá hablar en público y publicar.

"Los vínculos son destruidos y simplemente caminamos hacia adelante. Hemos sido elegidos y debemos 'abandonar' la existencia que teníamos hasta ahora... Lo viejo se queda atrás, se entrega del todo... El llamamiento a la sucesión entonces significa la vinculación únicamente a la figura de Jesucristo y la trasgresión de toda legalidad por la gracia de aquél que llama" (El precio de la gracia)

Luego de la fatídica "noche de los cristales rotos" (Kristallnacht), que significó la destrucción de sinagogas, tiendas y toda propiedad de los judíos, Bonhoeffer protesta vehementemente una vez más, en contraste con el silencio y la indiferencia que le rodean, y reconocerá que la Iglesia fracasa en su misión.

"La Iglesia permanecía muda, cuando tenía que haber gritado..." (Ética)

A contar de 1938 pasa a formar parte de la resistencia activa contra Hitler, un camino que, junto con sus profundas convicciones cristianas, a las que no renunció jamás, ni aun en las situaciones más adversas, le llevarán al epílogo de aquella mañana en Flossenbürg.

En junio de 1939, estando brevemente en EE.UU., donde había sido invitado como profesor, y a pesar de los insistentes pedidos de sus amigos, decide abandonar la seguridad y la comodidad que le ofrecen para unir su destino al de su pueblo.

"Debo pasar este difícil período de nuestra historia nacional junto a los cristianos de Alemania. No tendré ningún derecho a participar de la reconstrucción de la vida cristiana en Alemania si no comparto las pruebas de esta hora con mi pueblo... Los cristianos de Alemania deberán enfrentar una terrible alternativa: O bien desear la derrota de su nación para que la civilización cristiana sobreviva, o bien desear la victoria de su nación y, por tanto, la destrucción de nuestra civilización. Yo sé cuál de estas dos alternativas debo escoger. Pero no puedo hacer esa elección desde un lugar seguro".

En abril de 1943 es encarcelado por la Gestapo en la prisión militar de Tegel. Allí continuará su incansable labor intelectual y llevará una vida espiritual intensa que le ayudará a superar el encierro y las privaciones , así como a estadios de mayor reflexión sobre el significado de ser cristiano y el poder trasmitir la fe en medio del mundo que lo rodea.

"Uno aprende poco a poco a distanciarse de las amenazas de la vida...; incluso integra esas amenazas cotidianas en el todo de la vida" (Resistencia y sumisión).

Su ánimo, a pesar de la dureza del confinamiento, no decae. Su fe le da fuerzas no sólo para mantenerse en pie sino aun para ser una fuente de estímulo y consuelo para sus compañeros de prisión, como lo atestigua uno de ellos :

"Él no hacía más que infundirnos ánimo y confianza, y no se cansaba de repetir que una batalla sólo se pierde cuando los propios combatientes se dan por perdidos. ¡Cuántas veces me envió alguna nota de su puño y letra con frases de consuelo y de confianza tomadas de la Biblia!" (Fabian von Schlabrendorff).

Poco antes de la finalización de la guerra, y cuando las fuerzas americanas se encontraban a poco del campo de Flossenbürg, Hitler ordenó que fuera ejecutado junto con otros oficiales alemanes involucrados en la resistencia. Su despedida de uno de los dos prisioneros británicos que compartieron su cautiverio, poco antes de ser llevado al cadalso, fue:

"Este es el fin. Para mí, el comienzo de la vida".

El testimonio del médico del campo, espectador privilegiado donde fue ejecutado Dietrich Bonhoeffer, es una fiel exposición de la profunda confianza y fidelidad en las promesas de Dios que había manifestado a lo largo de toda su vida, y un testimonio indeleble de la paz que lo acompañó cuando enfrentó la muerte.

"He visto al pastor Bonhoeffer de rodillas delante de su Dios en intensa plegaria. La manera perfectamente sumisa y segura de ser escuchado con la que este hombre extraordinariamente simpático oraba, me conmovió profundamente. En el lugar de la ejecución todavía oró y luego subió al cadalso. La muerte tuvo lugar en pocos segundos. Durante los cincuenta años que llevo de práctica médica no he visto morir a un ser humano tan totalmente abandonado en las manos de Dios".

Dietrich Bonhoeffer buscó a Dios no en la impotencia humana. Por el contrario, lo encontró en la vida real que le tocó vivir, en la fe dada por Dios y en su misericordia renovada cada mañana. De los escritos de Dietrich Bonhoeffer abrevan varias y distintas corrientes y posiciones, muchas veces sacados de contexto para apoyar una u otra postura.

No es la intención de esta breve reseña abarcar su pensamiento teológico. Sí lo es, sin embargo, recordar a este hombre que casi en solitario se enfrentó a un régimen totalitario, racista y criminal como fue la Alemania nazi. Un hombre más honesto éticamente que prudente, que en las horas más oscuras de su nación no titubeó en ser fiel a su conciencia cristiana. Más preocupado por su responsabilidad como pastor que en las condiciones enormemente adversas que le rodeaban, su vida fue un testimonio indeleble de su compromiso con Cristo.

Quiera el Señor, en estos tiempos que corren, que el legado y el recuerdo de la vida y obra de Dietrich Bohoeffer nos ayuden a reflexionar sobre lo correcto a los ojos de Dios, comprendiendo que "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" pues, como afirma en una de sus obras, "sólo quien conoce la cruz no tiene temor a la verdad".

"En este asunto de la veracidad, lo más importante y definitivo es que toda la condición humana debe ser expuesta; todo su pecado debe desnudarse ante la mirada de Dios. Pero el hombre pecador no gusta de esta clase de veracidad y se resiste con todas sus fuerzas. Es por ello que se le persigue y crucifica. Es sólo porque seguimos a Jesús que podemos ser genuinamente veraces, pues en la cruz Él nos revela nuestro pecado. La cruz es la verdad de Dios acerca de nosotros y, por tanto, es la única fuerza capaz de hacernos veraces. Cuando conocemos la cruz, la verdad no nos da miedo" (El precio de la gracia)

[tomado de http://herodotovirtual.blogspot.com/2006/02/dietrich-bonhoeffer.html]

Daniel Pisoni

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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