Conciencia profana e inspiración evangélica
Bajo la inspiración evangélica desconocida a menudo o desfigurada, pero activa, la conciencia profana no despertó sólo a la dignidad de la persona humana, sino también a las aspiraciones y al impulso que trabajan sus profundidades. En sí misma raíz de independencia, pero hundida en las violencias resultantes de la naturaleza material en el hombre y fuera del hombre, la persona tiende a sobrepasar esa violencia y a ganar su libertad de desarrollo. En el orden mismo de la vida espiritual el mensaje evangélico le revela que está llamada a la perfecta libertad de los que se convirtieron en un solo espíritu y amor con Dios, pero en el orden de la vida temporal lo que tal mensaje ha venido a estimular es la aspiración natural de la persona a la liberación de la miseria, de la servidumbre y de la explotación del hombre por el hombre.
Cuando se sabe que todo está hecho para la beatitud, no se tiene miedo a la muerte, pero uno no se resigna a la opresión y a la esclavitud de sus hermanos y aspira, para la vida terrestre de la humanidad, a un estado de emancipación conforme a su dignidad.
Lo adquirido por la conciencia profana, si no se desvía hacia la barbarie, es el sentido de la libertad, y la convicción de que la marcha hacia adelante de las sociedades humanas es una marcha hacia la conquista de la libertad conforme a la vocación de nuestra naturaleza.
En fin, bajo la inspiración evangélica en función de la historia, la conciencia profana ha comprendido que en las desgracias y en los dolores de nuestra existencia oprimida por las leyes de bronce de las necesidades biológicas y por el peso del orgullo, de la injusticia y la maldad de los hombres, un solo principio de liberación, un solo principio de esperanza, un solo principio de paz, puede levantar la masa de servidumbre e iniquidad y triunfar en ella, porque este princpio desciende en nosotros de la fuente creadora del mundo, más fuerte que el mundo: el amor fraternal cuya ley promulgó el Evangelio para escándalo de los poderosos, y que es, el cristiano lo sabe, la caridad misma de Dios derramada en los corazones...
[extraído de Cristianismo y Democracia, Editorial Dédao, Buenos Aires, pág. 61-62]
Jacques Maritain
Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar
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