viernes, 2 de octubre de 2009

Viernes 2 de octubre

Fe y compromiso social

Cuando la Iglesia habló del escándalo de la pobreza y la ha presentado como una urgencia moral y política de la sociedad, algunos se preguntan si le corresponde a la Iglesia hablar de estos temas. Si la Iglesia no tendría que dedicarse sólo a una tarea espiritual, entendiéndola en un sentido restringido o espiritualista, y a lo sumo realizar alguna tarea asistencial. Estos planteos desconocen la dimensión de la fe en un Dios que es Padre y Creador de todos los hombres y de todo el hombre, y que esta fe cristiana se apoya en el testimonio y en la palabra de Jesucristo, que nos ha revelado la grandeza de la vida del hombre y que es garantía de su dignidad. Podemos distinguir en la vida aspectos materiales y espirituales, pero no separarlos, porque ambas dimensiones forman una única realidad que es el hombre, y que es varón y mujer.

Por ello, una fe que no tenga en cuenta al hombre en su totalidad no es la fe en el Dios que nos ha enseñado Jesucristo, quien además tuvo una particular atención y preferencia por los pobres, por los que sufren. Una Iglesia fiel a Jesucristo es, por lo mismo, una Iglesia que contempla al hombre en su totalidad y se compromete a acompañarlo en el camino de su vida, elevando su voz y su denuncia ante situaciones, si es necesario, que dañan sus derechos y dignidad. Esto no debe ser interpretado como una postura demagógica u opositora, sino como un acto de fidelidad a Jesucristo. Una Iglesia que no esté cerca del que sufre no sería fiel al mandato del Señor. En este sentido, la fe, en cuanto expresa la verdad del hombre a partir del Evangelio, tiene una dimensión social y política, porque contempla la vida y realización plena del hombre en lo concreto de su historia. No podemos desde la fe desentendernos de la angustia y el dolor de nuestro hermano. Como Jesucristo, debemos ver, amar y servir al hombre en su totalidad.

Como vemos, la fe no nos encierra en un espiritualismo ajeno a la realidad, sino por el contrario, orienta nuestro compromiso con esta misma realidad. Podríamos decir que nada de lo que es humano es ajeno a la fe en un Dios que es Padre y guardián de todos sus hijos. La ofensa al hombre es una ofensa a Dios. Para la Iglesia, una auténtica evangelización siempre va unida "a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana", porque su mirada abarca a todo el hombre en su realidad humana como espiritual. Desde esta concepción de la fe decíamos los Obispos en "vistas al Bicentenario 2010-2016", "creemos que existe la capacidad (hoy agregaría la urgencia) de proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos. Anhelamos poder celebrar un Bicentenario con justicia e inclusión social" (Hacia el Bicentenario, 5). Estas palabras, y el compromiso social que ello implica, son una auténtica expresión de fe cristiana.

Que sepamos dar testimonio de nuestra fe a través del compromiso social con el que asumimos las necesidades de nuestros hermanos. Que nuestra mirada de fe sepa descubrir el dolor y la pobreza en nuestros hermanos y, como hizo Jesucristo, detenernos y acompañarlos para que recuperen su dignidad. Reciban junto a mi afecto y oraciones, mi bendición de Padre y de amigo en el Señor.

[tomado de http://www.aica.org/index2.php?pag=arancedo090926]

Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Texto del micro radial de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, emitido por LT 9 (26 de septiembre de 2009)

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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