Ética y política
Los cristianos como individuos y la iglesia como tal forman parte de la comunidad humana. Es bueno recordarlo, porque en la práctica se han confundido los términos y muchas veces, queriendo "no ser del mundo", en concordancia con la afirmación del Señor, se ha manifestado una peligrosa tendencia a la marginalidad, porque hemos creído que "mundo" es sinónimo de "sociedad"…
Sin embargo los cristianos están en el mundo, es decir en el orden social, y aquí la palabra toma otra connotación. Se refiere la comunidad humana, a los hombres y mujeres viviendo en sociedad…
Siempre tendremos que luchar con la "tentación de la burbuja", aquella que atacó a Pedro en el monte de la transfiguració
Cuando, superando la tentación de la burbuja, comenzamos a correr el riesgo del contacto con la comunidad, comenzamos a hacer política en el sentido amplio del término, porque todos los que vivimos en comunidad hacemos política y la acción de la iglesia es una acción política…
El concepto de la política como una rama de la ética está tomado de Aristóteles, quien decía que era "una rama especial de la ética". Por este motivo es que la iglesia tiene la obligación de hacer oír su voz sobre los problemas espirituales y éticos que afectan a la sociedad…
Al respecto, Hans Kung dice:
Los cristianos deberían saber lo que quieren. También los no cristianos deberían saber lo que los cristianos quie¬ren. Preguntado por lo que quiere el marxismo, un marxis¬ta podrá dar, aunque hoy ya no sea del todo indiscutida, una respuesta lacónica y concluyente: la revolución mun¬dial, la dictadura del proletariado, la socialización de los medios de producción, el hombre nuevo, la sociedad sin clases. Pero el cristianismo, ¿qué quiere? La respuesta de los cristianos no pasa de ser, en no pocos aspectos, vaporosa, sentimental, genérica: el cristianismo quiere amor, justicia, hallar sentido a la vida, ser bueno y hacer el bien, humanidad... Pero, ¿no quieren tales cosas también los no cristianos?
A la luz de lo citado analicemos algunas realidades que tenemos al alcance de la mano:
1. Nuestra sociedad se debate en medio de una crisis moral. Personas que se proclaman cristianas y juran fidelidad sobre los Santos Evangelios roban, mienten y se corrompen escandalosamente.
2. En un mundo donde Dios ha provisto el potencial de subsistencia para todos y donde hay un superávit de alimentos, tenemos gravísimos problemas de hambre, desnutrición y muerte, mientras que otros viven en la opulencia.
3. Estamos viendo cómo se destruye la creación de Dios y se producen innecesarios desequilibrios ecológicos por el mal uso de la tecnología.
4. Asistimos a la justificación y promoción de conductas inmorales como la homosexualidad y el travestismo en los medios de difusión.
5. Los medios de difusión masiva se convierten en cloacas que descargan toda su infección en el mismo seno del hogar, pervirtiendo desde las costumbres hasta el vocabulario.
6. Diariamente tenemos pruebas de la perversión de la justicia, la institucionalizació
7. Aproximadamente 450.000 seres humanos son abortados en Argentina cada año, mientras instituciones hipócritas hacen manifestaciones únicamente por la caza indiscriminada de ballenas o la extinción del tatú carreta.
8. Miles de personas hoy están sufriendo por la impunidad que ha protegido a terroristas y genocidas por igual, pervirtiendo la justicia en nombre del derecho.
9. Estamos viendo cómo se legisla sobre la eutanasia en países que son considerados como "desarrollados"… y podríamos seguir.
¿Como cristianos y como iglesia de Jesucristo, ¿no tenemos nada que decir frente a esto? ¿No hay ninguna advertencia, amonestación o juicio de Dios que proclamar?
Como iglesia, tenemos que tomar conciencia de que estamos viviendo tiempos donde es necesario elevar una voz profética sobre esta realidad. Así como en los momentos de crisis Dios levantaba en Israel a los profetas para que transmitieran el mensaje de advertencia, llamado al arrepentimiento y juicio, la iglesia tiene que levantar su voz haciendo oír lo que dice la Palabra de Dios sobre estas realidades…
Esto no significa que la iglesia deba enrolarse en la contienda partidista. Dentro del cuerpo de Cristo conviven personas con diferentes formas de pensar en cuanto a las cuestiones políticas, y la iglesia debe seguir siendo plural. Tenemos en común la salvación en Cristo Jesús, pero esto no significa que nuestras opiniones tengan que ser unánimes, y es peligrosísimo que pastores quieran captar votos para un candidato o partido político en la congregación abusando de su autoridad. Por lo tanto, la iglesia de Jesucristo y la predicación pastoral deben apuntar a aquellas cosas que constituyen atropellos a las leyes morales y espirituales, manteniendo el debido respeto por las autoridades, pero absteniéndose de todo compromiso partidista que afectaría la unidad en la diversidad de todo el Cuerpo de Cristo. La iglesia debe seguir siendo "columna y baluarte de la verdad". Creo, personalmente, que la iglesia del Señor debe actuar como la voz de la conciencia del cuerpo social advirtiendo, corrigiendo y amonestando.
Esto no tiene que significar que pretendemos instaurar el Reino de Dios sobre la tierra, sino que asumimos nuestra tarea de ser la voz de los que no la tienen, de ser de ayuda a los marginados, los olvidados y los desprotegidos, y de ayudar en toda causa noble que beneficie a la comunidad…
No será extraño que muchos con inquietudes políticas quieran embarcar a la Iglesia del Señor en una aventura conjunta en vista del caudal electoral que pueda representar, y esto merece una reflexión aparte.
Nadie tiene derecho a frustrar la vocación política de un hermano que sienta que puede servir al Señor en este aspecto, pero debe tener en cuenta que su participación es personal y representará únicamente a sus electores y no a la Iglesia del Señor…
Quisiera señalar dos actitudes, encontradas con la ética, que suelen ser muy comunes:
1. La de quienes quieren acceder a la política para sacar beneficio para los hermanos o la iglesia. Sobre este particular he visto volantes de publicidad dirigido a los creyentes, donde se les prometía terrenos gratuitos para iglesias y créditos preferenciales para los cristianos. Esto es una abierta inmoralidad.
2. La actitud de quienes creen que pueden acceder a la política con el único capital de su honestidad. Manejar la cosa pública necesita también eficiencia. Hay personas que son honestas, pero incapaces para la tarea. Promocionarse únicamente por la honestidad es abrir el camino para defraudar al votante…
Creo por lo expuesto que nuestro accionar tendría que ir por dos carriles diferentes. Uno, es el de la iglesia del Señor, con un ministerio profético para proclamar la verdad de Dios y fundamentado en las Sagradas Escrituras, evitando todo color partidario. El otro, es el de los hermanos que sienten vocación política y la llevan adelante a título personal, sin comprometer a todo el Cuerpo de Cristo en su acción.
Tenemos por delante tiempos muy difíciles y conflictivos. El mundo occidental se ha ido desprendiendo lentamente de todas sus raíces éticas basada en la tradición judeocristiana para lanzarse al vacío. Estamos viendo el final de un experimento único en la historia de la humanidad: Una civilización que quiere edificarse ignorando los valores absolutos. Es previsible que todo esto lleve hacia el abismo del fin.
Como Iglesia del Señor recordemos las palabras que Dios hace llegar a su pueblo por intermedio de Ezequiel en una situación extrema: "El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé".
Necesitamos colocarnos en la brecha que se ha abierto entre nuestra sociedad y Dios, una brecha difícil y peligrosa. Una brecha en la cual se intercede ante Dios y se denuncia en el mundo. Una brecha en la que sufrieron muchos hombres del pasado en similares circunstancias. Pero nuestra responsabilidad es colocarnos en ella y asumir el protagonismo que Dios quiere de nosotros como Iglesia. Será una lucha dura pero necesaria, a la que pondrá fin el Señor en su Segunda Venida.
[Extracto del artículo "Ética y política"]
Salvador Dellutri
Salvador Dellutri es pastor de la Iglesia de la Esperanza, en San Miguel, al noroeste de la Ciudad de Buenos Aires, conferencista y escritor.
Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar
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