viernes, 24 de julio de 2009

Viernes 24 de julio

Fe y política: ¿Políticos cristianos?

"Quien tiene un por qué para vivir resiste cualquier cómo" así reza una máxima nietzscheana que traigo a colación respecto al tema de la fe y la política... Desde este contexto considero que es pertinente la cuestión que plantea el "por qué" del político ¿Qué es lo que hace que un político llegue a serlo y ocupe cargos públicos en la gestión de la sociedad? ¿qué convicciones pueden mover a una persona en este terreno? ¿Puede tener algo que ver la fe y el ser cristiano con respecto al ejercicio de la política?

LA CONVICCIÓN
Todos actuamos dirigidos por un "por qué", por unas convicciones, aunque sean más o menos conscientes. En política nos preocupa que la razón sea ocupada por conveniencias personales (profesionalización) o inercias ideológicas no maduradas ni elaboradas por el sujeto; no entiendo que a veces se juzgue a un político por la familia a la que pertenece, ni si quiera por momentos de iniciación de su vida que pudieron estar en otros ámbitos y ondas... Todo político tendrá que elaborar y dar cuenta de su propio credo. Nos hacemos políticos en el ejercicio de la política y no en los previos. Pero en este sentido, y volviendo al punto de partida que tomé, considero que una persona puede llegar al ámbito de la política, y al ejercicio de cargos públicos en la misma por convicciones de fe, en concreto por ser cristiano; aunque esto claramente, y a la vista está, no quiere decir que los cristianos que están implicados directamente en política - ya sea en las izquierdas o en las derechas - lo estén por ser cristianos. Dato que por cierto debería extrañarnos mucho a todos los creyentes. ¿Pero qué podemos decir de la relación entre el ser cristiano y el ser político?

EL POLÍTICO CRISTIANO
... Por una parte, en comunión con los demás políticos con sus propias convicciones, habrá de ser un hombre de gestión y de acción que tenga desarrolladas las habilidades necesarias para el cargo y el puesto que ocupe, con una buena formación, teniendo como criterio fundamental el servicio a la sociedad y el bien común y no aceptando nunca aquello para lo que no se encuentre realmente preparado, ni buscando un protagonismo que le ponga a él por encima de su servicio; amén de saber trabajar en común y corresponsablemente.

Por otra, será algo específico en él su motivación de fondo y las claves con las que quiere ejercer su modo político. En su fuero interno le estará motivando la construcción del Reino de Dios, esa fraternidad utópica y esperanzada que nos mueve continuamente desde nuestra fe en la resurrección y que baila a gusto con el nuevo slogan de que "otro mundo es posible"; la utopía le empujará a claves inexcusables como la opción por lo público y lo común; la predilección por los pobres y los más débiles de la sociedad; saber relativizar el aparataje de la política y la burocracia, incluso la ideología de partido, ante la dignidad de las personas y la vida, el criterio de la igualdad y la justicia, y la imparcialidad para promover el derecho y la participación activa y ciudadana, que integre a las personas de un modo vivo y corresponsable en la gestión de la sociedad y de lo público, al margen de sus creencias, ideologías y pertenencias políticas; por ello no hará de la designación de los cargos de gestión y de técnicos lugar de apropiación ideológica y partidista; sabrá aceptar e integrar fecundamente el fracaso cuando este venga por haber sido coherente y fiel con los valores fundamentales que proclama; nunca estará dispuesto a perder su libertad radical, ni su espíritu de diálogo y de encuentro común en la búsqueda de la verdad y del bien hacer; habrá de ejercer la denuncia profética con la ternura de los que buscan el bien común y de los débiles y no la destrucción ni el vencimiento de nadie.

Ni que decir tiene que mantenerse en la brecha con este talante es inviable si el político cristiano no tiene raíces profundas, si no las alimenta en su silencio y soledad, y si no se ve acompañado por una comunidad que le mira como hermano y le apoya sabiendo que él está llevando adelante una labor que es muy necesaria desde el Reino que queremos, pero que es bien dura si se quiere ejercer con verdad, por lo que necesita de la comunidad que ayude a ir leyendo en creyente los signos de vida, de muerte, de fracaso y de éxito, de pasión, conflicto y resurrección. Por todo esto me siento agradecido a todos los que movidos por su fe se adentran en la gestión política de nuestra sociedad extremeña y que trabajan por ser coherentes y fieles con sus principios fundantes. Estos cristianos nos interpelan para acompañar a personas creyentes -ahora especialmente jóvenes universitarios en mi quehacer pastoral- en la dimensión socio-política de su fe, y reclaman, con todo derecho, en la propia iglesia espacios que les ayuden a mantenerse desde una lectura creyente y comunitaria de su quehacer.

[tomado de http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=38876]

Por José Moreno Losada, sacerdote capellán en la UEx y consiliario de Acción Católica (jmorenol@unex.es), Badajoz, Espanha

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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