miércoles, 29 de julio de 2009

Miércoles 29 de julio

Una jornada para la paz posible

Sentarse para "hablar" de la paz posible, podría parecer tiempo perdido o lujo de intelectuales. Para algunos porque "con hablar no se gana nada". Para otros porque la guerra es inevitable, como lo fue siempre. Sin embargo, el hablar apasionada y razonadamente permite fundar y crear una visión de una sociedad y de un mundo en paz, lo cual es un paso necesario para promover una acción pacificadora. Ciertamente, no basta una visión para que haya una misión, pero si no hay una visión clara nuestra acción resultará, en el mejor de los casos, desordenada, confusa y contradictoria. O aun peor, si nuestra visión, desde el vamos, da por sentada la inevitabilidad de la guerra y consecuentemente de su necesidad, nunca podrá la paz ser una realidad. Dicho brevemente: si partimos del sueño de una paz posible, puede ser que nunca llegue a ser; pero si partimos de la afirmación de que la paz es imposible, es seguro que nunca llegará a ser.

Estos pensamientos estuvieron presentes en el encuentro sobre una paz posible, donde nos reunimos creyentes judíos, y cristianos católicos y evangélicos. Allí no faltaron los sueños, ni las búsquedas razonadas. Los sueños y las búsquedas de una paz posible son la afirmación de que la paz es posible. Por esta razón, ocuparon un lugar importante en nuestro encuentro los relatos y testimonios de experiencias en las que paz se hizo posible, cuando para muchos era inimaginable. Relatos y testimonios de experiencias de reconciliación y paz para las personas, en las comunidades y entre las naciones. Sin duda, revivimos acontecimientos de paz precarios, fragmentarios y provisorios, con los cuales no podemos afirmar con certeza absoluta el reinado de la paz. Sin embargo, son suficientes para refutar la afirmación absoluta de que la paz es imposible y por lo tanto inevitable lo que hace necesaria la violencia. Para probar la posibilidad universal de la paz deberíamos tener acceso a todas las experiencias, pero para refutar la afirmación absoluta de la imposibilidad de la paz basta para refutarla aun un solo caso en que se hizo posible… y son muchos más que un solo caso.

En este encuentro no entendimos la paz como sinónimo de la individualista "vida tranquila", más bien entendimos que no puede haber verdadera paz sino hay paz para todas las personas. Las presentaciones, reacciones y debates de nuestro encuentro giraron en torno a la fe y esperanza bíblica de la "shalom" de Dios. Paz que no es sólo la ausencia de guerra, sino la armonía de todos los seres y todas las cosas, de acuerdo con el propósito creador de Dios: la correcta relación de las personas con Dios, de cada persona consigo misma y con las demás personas, y de todas ellas con el mundo creado. La paz es ante todo una relación personal con Dios, que nos permite vivir en armonía con su voluntad y estar en paz con nuestro propio ser. Es ésta una armonía interior que nos prepara para vivir en paz con las demás personas, para una vida en comunión de la humanidad toda. Esta comunión en paz de los seres humanos es la condición necesaria para que toda la creación sea redimida para cumplir el propósito creador. La redención de la naturaleza presupone la redención de la humanidad. El ser humano no es salvo "del" mundo, sino que es salvo "con" el mundo; pues él es también, o es al menos, naturaleza; pero es responsable por ella. En la imagen bíblica el ser humano es puesto sobre la creación para cuidarla y cultivarla. Contrariamente a esto, la "hipótesis de guerra" convierte la tierra en un espacio de conquista donde el propósito humano es el dominio. La tierra, en la mentalidad del antiguo Israel, como en la concepción primigenia de los pueblos originarios, es concebida como fuente de la vida, y no como un espacio geopolítico para ser dominado. La posesión de la tierra y sus riquezas está en la raíz de todas las guerras.

La correcta relación con Dios demanda nuestra obediencia a su propósito liberador y reconciliador, de misericordia, justicia y paz. Por esta razón, la paz no se presenta sólo en oposición a la guerra formal; sino principalmente a la injusticia, a la marginación, a la inequidad, al trato inmisericorde, y a cuantas guerras solapadas hacen violencia a las personas, a la humanidad toda y a la naturaleza. Nuestro encuentro, por esta razón, fue un llamado a la acción, a imaginar un mundo nuevo para construir un mundo nuevo. Así, el hablar de la paz posible no puede quedar en meras "palabras", sino orientar y definir la "praxis" humana, junto a la "Palabra creadora". La bienaventuranza de Jesús, en Mateo 5.9, se refiere no a los "pacíficos" o "pacifistas", sino a los "pacificadores", esto es literalmente "hacedores de paz". En su comentario del Sermón del Monte, mi padre acentúa esto y lo ilustra con una analogía del panadero: "panificador" es quien "hace" el pan, "panista" quien simplemente lo "come". "Pacificadores" son, no los que quieren "vivir en paz", sino quienes arriesgan su tranquilidad, y aun sus vidas, para ser "constructores de la paz", "instrumentos de reconciliación".

[tomado de Valores religiosos]

Emilio N. Monti

El pastor Emilio N. Monti pertenece a la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y participó de las "Jornadas ¿qué paz es posible? - Aportes desde el diálogo interreligioso ", llevadas a cabo por el Instituto Superior Interreligioso (ISER) los días 30 de junio y 1 de julio en el Instituto Universitario ISEDET.

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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