jueves, 12 de noviembre de 2009

Jueves 12 de noviembre

Reconciliación en Sudáfrica: repaso tras diez años de la Comisión

Tras los evidentes fracasos del régimen de apartheid para reformarse y ante el reconocido desastre económico, el presidente De Klerk se presentaba el 2 de febrero de 1990 en el Parlamento y anunciaba lo impensable: "Apreciados, el tiempo de la violencia ha terminado..., la hora de la reconstrucción y la reconciliación ha llegado". Nueve días después, Nelson Mandela salía de prisión y se legalizaban los movimientos de oposición.

Los movimientos de liberación pedían justicia contra el régimen anterior siguiendo el precedente de los Juicios de Nüremberg, la desaparición de las leyes de apartheid, un Estado unitario con una economía mixta y la liberación de presos políticos. Entretanto, los todavía miembros del Gobierno apelaban a un sistema federal donde mantendrían el derecho a veto, una economía liberal y la amnesia para pasar página y empezar de nuevo: el New Start de De Klerk. El equilibrio de fuerzas hacía imposible ninguna de las dos opciones y se imponía la transición pactada. Ello propició que las negociaciones, esencialmente entre el Partido Nacional (PN) y el Congreso Nacional Africano de Mandela, se alargaran casi cuatro años, desde Kempton Park a las dos Convention for Democratic South Africa (CODESA).

Las negociaciones partían del hecho de que el 85 por ciento de la población, marginada y condenada a vivir en la miseria, llevaría las riendas políticas del país. De forma esquemática podríamos decir que los blancos sudafricanos renunciaban al poder político a cambio de mantener el poder económico, tal y como efectivamente se ha demostrado en los últimos 10 años.

La creación de la Comisión

El proceso sudafricano ha sido para muchos un ejemplo de transición a la democracia bien resuelto, de "la pigmentocracia", que decía Tutu, a la nueva nación del arco iris. Pero es necesario recordar que lo hacía en el marco de enormes dificultades y violencia (más de 3.000 muertos entre los miembros del CNA y el movimiento Inkatha de Buthelezi a principios de los 90) y con un elemento que lastraba el futuro del país: la herencia del apartheid y todas las violaciones de los derechos humanos cometidas tanto para defenderlo como para desafiarlo. Más aún, no se podía entender la estructura económica y social de Sudáfrica a medio y largo plazo sin entender cuál era su origen y cuál el punto real de partida de las futuras políticas del país.

Es en el entorno de CODESA donde empieza a tomar cuerpo la idea (especialmente desde las filas del CNA con Kader Asmal al frente) de crear la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica (CVR).

Desde el inicio de las negociaciones, el PN intentó imponer un marco que permitiera amnistiar a los responsables de la violencia de Estado y en diciembre de 1993, las negociaciones de CODESA llevaban a la aprobación de la Constitución interina con una cláusula final fundamental para entender la creación posterior de la CVR sudafricana. Enunciaba que "con el fin de avanzar en la reconciliación y la reconstrucción del país, deberá atorgarse amnistía en relación con todo acto, omisión u ofensa asociada con motivos políticos y en el curso de los conflictos del pasado". A su vez, explicitaba la necesidad y voluntad de reconciliación de los pueblos de Sudáfrica y desde la misma Constitución se apelaba al ubuntu de las personas, un concepto que habla de la misma esencia del ser humano como elemento de unión común entre los pueblos sudafricanos. Se abogaba pues por la constitucionalización de la amnistía, pero no decía ni cómo ni quién debía darla.

La Comisión apareció como una solución de compromiso y un complemento necesario a la Constitución interina y fue planteada con suficientes interrogantes y garantías para que los actores políticos pudieran defender ante sus seguidores la validez del proceso de negociación.

En abril de 1994, con las elecciones ganadas por Mandela, se iniciaría un acalorado debate público y político que terminaría con la creación de la Promotion of National Unity and Reconciliation Act en 1995, que regulaba la CVR sudafricana. Efectivamente , la CVR presidida por el premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, es una de las claves de vuelta de la transición sudafricana, pero no es más que el resultado de una voluntad política de reconciliación y un largo proceso de negociaciones iniciado aquel febrero de 1990.

La cuestión de la amnistía

Con la ley concretada quedó claro que el instrumento escogido para poner en claro el pasado solo juzgaría los hechos extremos cometidos por el régimen anterior y dejaría en vía muerta el juicio a la normalidad del apartheid. Las grandes violaciones de los derechos humanos con motivos políticos serían amnistiadas a cambio de la verdad y la explicación completa y pública de tales atrocidades. Ante la perplejidad de muchos, la Comisión igualaba las grandes violaciones de derechos humanos cometidos por el régimen y las de aquellos que habían intentado hundirlo. La Comisión, eso sí, estaba obligada a explicar el contexto en que estas grandes violaciones se habían producido, a ofrecer un espacio a las víctimas para su rehabilitación y reparación, y a hacer recomendaciones que previnieran la repetición de las violaciones descritas. En los dos años que duraría su mandato, la Comisión debía conseguir el mutuo entendimiento y reconciliación entre los pueblos sudafricanos.

La Comisión se dotó de amplios poderes, capacidad punitiva y una autonomía casi completa, pero, sobre todo, contaba con dos incentivos que tenían que atraer a la gente a testimoniar: la amnistía para los responsables de ofensas y las reparaciones para las víctimas. Para hacerlo integraba esencialmente tres comités: el de Violación de Derechos Humanos, el de Amnistía y el de Reparaciones y Rehabilitación (éste sólo con capacidad para proponer recomendaciones).

La amnistía se otorgaba a cambio de una exposición completa de los hechos por los que ésta se pedía, caso de existir proporcionalidad entre acto y objetivo, y si se pertenecía a una organización implicada en el conflicto. La amnistía, muy contestada por algunas de las víctimas, se dio con bastante rigor a excepción de algunas interpretaciones generosas de lo que se consideraba un acto motivado políticamente o en la aplicación del principio de Norgaard, referido a la proporcionalidad. Las amnistías se concedieron con bastante celeridad a un 10 por ciento de las 7.000 demandas presentadas. La exposición pública de las ofensas era la principal condena, pero, en la mayoría de casos, la reinserción a la sociedad ha sido poco traumática. Por contra, las contrapartidas a las víctimas han sido comparativamente inferiores. La verdad expuesta ofreció situaciones de catarsis colectiva con momentos de extraordinaria emoción en las vistas de la Comisión. En este contexto, y ya desde 1995, la sociedad se organizó y aparecieron grupos religiosos y civiles de apoyo como el Khulumani Support Group, que animaba a las víctimas a hablar en voz alta y a ejercer presión sobre la CVR y los órganos políticos con el fin de crear un cuerpo representativo de víctimas con voz única.

Sólo las reparaciones urgentes han llegado, y con retraso. El presidente Mbeki afirmaba en 1999 que las reparaciones a las víctimas deberían de ser la redistribución económica, la reconstrucción y el desarrollo del país que el Gobierno estaba realizando. Como ya había dicho Mandela, el Gobierno priorizaría los elementos de reparación simbólicos para dedicar las energías monetarias a elementos "más productivos".

La religión, un elemento clave

Pensar y pedir la reconciliación en estas condiciones puede parecer irreverente. Pero no debemos olvidar la importancia de un factor clave en el proceso: la religión. La ley que rige la CVR no dice que ésta tenga que tomar formas religiosas, pero la religión (y la ritualización de las vistas) apareció como un elemento añadido y fundamental, encabezado por el esfuerzo de Tutu y el apoyo de muchas iglesias.

La CVR ha visto pasar más de 20.000 víctimas, así como más de 7.000 responsables de violaciones de derechos humanos aparte de los representantes del sector sanitario, legal, empresarial, químico, militar o educativo. Ellos fueron el instrumento que el Estado escogió para dirigirse al país. Durante dos años y medio la Comisión estuvo enviando mensajes de perdón a la sociedad y consiguió poner al descubierto las miserias del apartheid. Y lo hizo explicando con detalles cuál fue la causa de tantas desgracias, entrando en casa de la gente y hablándole con el mismo lenguaje espiritual conocido por todos. Y es que la importancia histórica de la religión en Sudáfrica es básica para entender su rol en la Comisión. Jugó un papel fundamental en la lucha contra el apartheid en los 80 y de igual forma, a través de la iglesia holandesa reformada, fue el agente de legitimación moral de dicho sistema. Por eso, cuando la CVR oficializa y abraza el dolor de las víctimas mediante formas religiosas que le son próximas, el proceso es más aceptado.

El informe final de la CVR se presentó públicamente y se puso a disposición de los ciudadanos. El texto complementaba la Constitución al aportar la legitimidad de la experiencia a un texto de origen puramente teórico, pero además legitimaba la voluntad y la necesidad de la población blanca de vivir en el país. Auque en muchos casos se hiciera con desdén, siempre podrán referirse a la Comisión y decir "hemos expiado nuestras culpas".

El ascendiente moral de Mandela, el debate público y político, y el proceso de la CVR llevaron a la sociedad a un estadio inimaginable años atrás. Un estadio de conocimiento, de cierta contrición y de convencimiento de que para construir el país todo el mundo es necesario y hace falta un cierto entendimiento mutuo, no ideal, pero sí mínimo. Parecería acertado pensar que era un proceso necesario pero no suficiente y que el punto final moral del apartheid no se logrará hasta que las desigualdades económicas desaparezcan, no sólo ante la ley, sino en su cotidianeidad.

La Comisión no cierra moralmente el apartheid, pero abre la posibilidad de un ideal de reconciliación conseguido a través de una verdad que escuece. Ahora la reconciliación contempla la necesidad de mejora de comportamientos y sensaciones de elementos como la seguridad física, la legitimidad de las nuevas instituciones, la capacidad de crear relaciones políticas y cívicas entre diferentes grupos, el diálogo entre razas, la reducción de la confrontación histórica y la asunción del pasado. Las encuestas al respecto no siempre son halagüeñas y queda un largo camino por recorrer. En 2001, el 77 por ciento de la población negra aprobaba la tarea de la CVR, por un 36 por ciento de los blancos, un 45 por ciento de los mestizos y un 61 por ciento de los asiáticos. En 2003, el 70 por ciento de los blancos reconocían que el apartheid era un crimen contra la humanidad (encuestas recientes lo rebajan al 55) y el 77 por ciento de sudafricanos afirmaba querer pasar página y mirar hacia el futuro.

Lo cierto es que hasta ahora ningún país ha interpelado tanto a su población como la nueva República de Sudáfrica. Y lo hizo a partir de las vicisitudes de un cuerpo oficial, semijudicial, que para conseguir un imposible pidió un acto de fe al que buena parte de la población decidió sumarse. Diez años son pocos, pero la decisión fue firme y partía de una lógica bien sintetizada por Tutu: la verdad duele pero el olvido, mata.

Bibliografía de referencia:

ASMAL, Kader et al. Reconciliation Through Truth. A Reckoning of Apartheids Criminal Governance. David Philip Publishers. Cape Town. Mayibuye Books, 1996.
BRAHONA DE BRITO, Alexandra; AGUILAR, Paloma; GONZÁLEZ ENRÍQUEZ, Carmen (Eds). Las políticas hacia el pasado. Colección Fundamentos 207. Ediciones Istmo SA, 2002.
BORAINE, A. A Country Unmasked. Inside South Africa's Truth and reconciliation Commission. New York: Oxford University Press, 2000.
KROG, Antjie. Country of My Skull. Random House South Africa. Johannesburg. November 1998.
LEDERACH, J. Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas. Bilbao: Bakeaz/Gernika Gogoratuz, 1998.
LEFRANC, Sandrine. Políticas del Perdón. Ediciones Cátedra - Presses Universitaires de France, 2004.
TUTU, Desmond. No Future Without Forgiveness. New York: Doubleday, noviembre 1999.
VILLA-VICENCIO, Charles; VERWOERD, Wilhelm. Looking back reaching forward. Reflections on the Truth and Reconciliation Commission in South Africa. UCT Press, 2000.
WORDEN, Nigel. The Making of Modern South Africa. Conquest, Segregation and Apartheid. Blackwell Publishers,1994.

[tomado de http://www.revistapueblos.org/spip.php?article323]

Ferriol Sòria - 30 de diciembre de 2005

Ferriol Sòria es miembro del Centre d'Estudis Africans (CEA) de Barcelona. Este artículo ha sido publicado en el nº 19 de la revista Pueblos, diciembre de 2005.

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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