lunes, 16 de noviembre de 2009

Lunes 16 de noviembre

Ética y espiritualidad de la paz

Luego de habernos puesto al tanto de aquellas nuevas dimensiones y todo aquello que engloba la noción de seguridad humana como un medio para alcanzar la paz, quiero compartir con ustedes una serie de apuntes que resaltan la labor de las comunidades de fe y el gran poder de alcance e impacto que estas pueden tener en la construcción de la paz, a través de la promoción de la seguridad humana.

Una cuestión clave es que entendamos la paz no sólo como la ausencia de guerra o la ausencia un conflicto, sino como la transformación del conflicto mismo. Debemos partir de la idea de que un elemento negativo puede transformarse en uno positivo.

La idea de "Construcción de la Paz" se ha convertido en un tema de interés internacional desde que el Secretario General de la ONU, el señor Boutros Boutros-Ghali, emitió su Agenda por la Paz en 1992. La Agenda por la Paz sugiere que vayamos más allá de las intervenciones tradicionales de la crisis "reconstruyendo las instituciones e infraestructuras de las naciones devastadas por la guerra y la contienda civil; y construyendo lazos de paz de beneficio mutuo entre las naciones que antes estuvieron en guerra". La construcción de la paz, , incluye el desarme, la construcción de la capacidad institucional de los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales, incluyendo a las comunidades religiosas; el fortalecimiento de los sistemas legales y las estructuras de gobierno; y el compromiso con la educación a largo plazo, la abogacía y la acción para garantizar una paz real y duradera.

La labor de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz, se avoca a fomentar iniciativas que conduzcan y contribuyan a esta construcción de paz, revirtiendo las situaciones de conflicto.

Religiones por la Paz (WCRP) está dedicada a promover la cooperación entre las religiones del mundo. Fundada en 1970, es la mayor coalición mundial de representantes de las comunidades religiosas que trabajan en la adopción de acciones comunes en las áreas de transformación de conflictos, construcción de la paz y avance del desarrollo sostenible.

Todo ello se desarrolla en un clima de respeto por nuestras diferencias religiosas mientras celebramos nuestra humanidad común, además de compartiendo una serie de valores ético-morales inherentes a todas las religiones: el respeto por la vida, la convicción de la unidad fundamental de la familia humana, y la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos.

Con mas de sesenta capítulos nacionales, Religiones por la Paz esta excepcionalmente muy bien posicionada en la asistencia a las comunidades religiosas. Con ellas trabaja en la construcción de estructuras multirreligiosas y las conecta con otras existentes en otros países y a nivel subregional, regional e internacional. Participan regularmente en Religiones por la Paz, creyentes de las religiones y espiritualidades anglicana, baha'i, budista, católica, evangélica, hindú, indígena, jainista, judía, luterana, metodista, musulmana, ortodoxa, protestante, reformada, sintoísta, sij, tradicional africana y zoroastriana.

El rol de las comunidades religiosas

Las comunidades religiosas son las más amplias y mejor organizadas instituciones civiles en el mundo, sobrepasando la diversidad de raza, clase y nación.

Cuando las comunidades religiosas trabajan conjuntamente, poseen una capacidad enorme para promover la paz. Los líderes religiosos se encuentran estratégicamente posicionados para utilizar su influencia y motivar el entendimiento mutuo entre comunidades diversas. Las comunidades religiosas son las instituciones familiares, confiables que pueden proporcionar la cohesión social y la ayuda espiritual, ayudando a la gente a hacer frente al dolor y el sufrimiento y conduciendo a sus comunidades a perdonar lo imperdonable.

Los recursos espirituales de las comunidades religiosas son, ante los ojos de sus comunidades, sus mejores recursos. Desde nuestra propia experiencia como Religiones por la Paz, ha podido revelarse la capacidad de las comunidades religiosas de actuar como activistas efectivos del desarme; de luchar contra la proliferación de armas; de desempeñar un rol importante en los esfuerzos por lograr la justicia y la rendición de cuentas ante la violación de los derechos humanos; de liderar a sus comunidades promoviendo el gobierno participativo; y de actuar como educadores de paz.

Las comunidades religiosas tienen enormes recursos sociales existentes, muy a menudo desestimados por la comunidad secular, que pueden utilizarse para la construcción de la paz. Estas organizaciones sociales varían desde asambleas congregadas de forma regular y frecuente, o diseñadas para el culto y la reflexión, y las organizaciones especialmente dedicadas a la educación, salud, misiones humanitarias o comunicativas. Extender esta colección destacada de instituciones es una red de comunicación y acción. La magnitud de la infraestructura religiosa varía según el país, pero en la mayoría de los países en vías de desarrollo es sin duda la infraestructura más desarrollada, interconectada y socialmente liderada que existe, abarcando desde los pueblitos más pequeños hasta las grandes ciudades.

Las estructuras sociales religiosas, tomadas en conjunto, representan canales significativos de comunicación y acción que, una vez comprometidos y transformados, permiten a los creyentes religiosos actuar como poderosos agentes de cambio. Estos recursos sociales religiosos están siendo usados sobre el terreno para hacer activismo y educación por la paz. La infraestructura religiosa existente también ha sido aprovechada de maneras concretas para la construcción de la paz, como cuando las instituciones actúan para desarmar a los excombatientes y para apoyar los esfuerzos de la justicia transicional.

La educación para la paz

Ya que las guerras se inician en las mentes de los hombres, es en las mentes de los hombres que las defensas de paz deben construirse. Preámbulo, Constitución de Unesco, 1945

La educación por la paz es un elemento esencial de la construcción de la paz. Los esfuerzos por la construcción de la paz pueden tener efectividad limitada si no hay esfuerzos profundos por inculcar una cultura de paz a través de la educación.

Las comunidades religiosas tienen la capacidad especial de oponerse al extremismo religioso y a la intolerancia a través de la educación por la paz.

La tarea educativa es una renovación interna de las mismas denominaciones religiosas. La fuerza conductora de esta renovación permanece en las experiencias principales de cada religión –por ejemplo, el camino de Jesucristo para los cristianos, el camino del Buda para los budistas, la Tora para los judíos, el mensaje de paz del Corán para los musulmanes. Es esencial para la educación religiosa asumir la tarea de familiarizar a los adolescentes con su fe respectiva como un "sistema de responsabilidad". Cuando las personas se sientan como en casa en su propia fe y cuando se familiaricen con las raíces de su propia religión y cultura, podrán proporcionar los fundamentos para un diálogo serio.

Toda educación religiosa debe estar acompañada por una nueva forma de encuentro que respete a las personas de distinta fe, sus valores y modos de vivir. Los adolescentes deben prepararse para un modo de vivir juntos sin el peso de barreras causadas por el prejuicio, sino más bien, escuchando y aprendiendo de los demás, lo que abre nuevos horizontes para todos. Esta forma de superar los prejuicios y las barreras es una contribución esencial para la educación por la paz que las comunidades religiosas pueden realizar de manera especial.

El poder de la cooperación multirreligiosa

Una vez que las comunidades religiosas comiencen a aprovechar sus considerables recursos espirituales, morales y sociales para la construcción de la paz, sus esfuerzos pueden hacerse, dramáticamente más poderosos y efectivos a través de la cooperación multirreligiosa. Los esfuerzos multirreligiosos pueden ser más poderosos, tanto sustancial como simbólicamente, que los esfuerzos de los grupos religiosos que actúan de manera aislada.

Conclusión

El trabajo de construcción de la paz de la red de Religiones por la Paz es un trabajo cooperativo; un trabajo que se realiza allí donde existen comunidades religiosas. Es una labor común que respeta las formas en que las comunidades religiosas pueden organizarse para la acción común a niveles local, nacional, regional e internacional. En cooperación, no renunciamos a ninguno de los impulsos internos más profundos de nuestras creencias y espiritualidades, sino que expresamos nuestros compromisos de acción conjunta para afrontar nuestros problemas en común.

Los invito entonces a unirse a esta tarea, desde sus propias organizaciones y comunidades religiosas, empezando por crear comunidades inclusivas que contemplen una mirada multirreligiosa y la multicultural como ingrediente central para lograr el diálogo y entendimiento que nos conduce a la paz.

[tomado de http://www.comunidadsegura.com/es/node/36452]

Valeria Gatti - Conferencia Mundial de Religiones por la Paz (WCRP) - 28/09/2007

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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