Toque de campanas para despertar a la justicia climática
"Tenemos sólo un mundo, este mundo y, si lo destruimos, no tendremos nada más", dijo el Arzobispo Desmond Tutu en una conferencia de prensa después de una celebración ecuménica en favor de la justicia climática que tuvo lugar en la Catedral de Copenhague, el 13 de diciembre.
Tutu resumió el mensaje de las iglesias a los negociadores y políticos que asistían a la cumbre de las Naciones Unidas: "Por vuestros hijos, por vuestros nietos, cuidad de este mundo que tenemos […]. Hagamos un acuerdo jurídicamente vinculante, no un acuerdo político".
Un acuerdo de este tipo implicaría que las naciones desarrolladas se comprometieran a reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 40 por ciento para 2020 y, en un 80 por ciento, para 2050, con respecto a sus emisiones de 1990. Deberían contribuir también con 150 000 millones de dólares EUA al año, para ayudar a las naciones en desarrollo a reducir sus propias emisiones de CO2 y a adaptarse a las consecuencias del cambio climático.
La celebración ecuménica, a la que asistieron la Reina Margarita II de Dinamarca, miembros del Gobierno Danés, participantes de la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y una multitud de líderes religiosos, fue organizada por el Consejo Nacional de Iglesias de Dinamarca en colaboración con el organismo de ayuda de las iglesias danesas, DanChurchAid, y el Consejo Mundial de Iglesias (CMI).
En su sermón, el Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, habló sobre el miedo como raíz de las excusas para evitar las decisiones difíciles y costosas que exige la crisis del cambio climático: "decisiones que significarán un cambio real".
"Nos reunimos como un pueblo de creyentes en el contexto de este momento crítico en la historia de la humanidad [para decir] no temáis", dijo Williams. Como "el amor expulsa al temor", también ayuda a tomar "las decisiones acertadas para el futuro de nuestro mundo".
Si queremos que la tierra sea un lugar seguro para las generaciones futuras, es preciso plantear hoy algunas preguntas, dijo Williams. Entre ellas: "¿Cuál sería una relación saludable y sostenible con este mundo?" y "¿cómo crearemos instituciones internacionales que garanticen que los recursos llegan a donde se necesitan?"
Toque de campanas llamando a despertar
Al final de la celebración, el Decano de la Catedral, Anders Gadegaard, dio inicio a las campanadas. A esa hora, las 3 de la tarde, en toda Dinamarca, Escandinavia y Europa Central, miles de campanas de iglesias dieron 350 toques para simbolizar las 350 partes por millón que, según muchos científicos, son el límite máximo seguro para el CO2 en la atmósfera.
En todo el mundo, se unieron las iglesias a una cadena mundial de oraciones y campanadas en favor de la justicia climática. Empezando en Fiji, en el Pacífico Sur, los toques de campana resonaron a través de todas las zonas horarias del mundo hasta Copenhague, siguieron en Groenlandia y dieron la vuelta a la tierra para volver al Pacífico.
Líderes eclesiales del Pacífico y Groenlandia hablaron en la conferencia de prensa de Copenhague sobre las consecuencias que el cambio climático está produciendo ya en sus regiones.
La Obispa de Groenlandia, Sofie Petersen, de la Iglesia Evangélica Luterana de Dinamarca, habló sobre los efectos del cambio climático en las vidas de los pescadores y cazadores. "Por falta de hielo en el mar, los cazadores no pueden ir a cazar como antes y, a causa de ello, la gente no puede conseguir alimentos", afirmó.
El presidente de la Iglesia Cristiana Congregacionalista de Tuvalu, Rev. Tofiga Falani, explicó que, en su país, país insular polinesio compuesto por ocho atolones coralinos, no hay ya ningún lugar con una altitud superior a cuatro pies (1,2 metros) sobre el nivel del mar. Instó a los países ricos a que tomen conciencia de las consecuencias de su desarrollo para miles de personas que viven en estos atolones de baja altitud. "¡Queremos sobrevivir!"
Medio millón de personas en favor de la justicia climática
Al comenzar la mañana, Desmond Tutu entregó a Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, un reloj que representa más de medio millón de firmas en favor de la justicia climática.
Los efectos del cambio climático los sienten sobre todo "aquellos que no los han causado: los pobres y vulnerables"
Las firmas se recogieron en más de 20 países en el ámbito de la campaña de cuenta atrás a Copenhague, "Countdown to Copenhagen", impulsada por una coalición de organizaciones ecuménicas de desarrollo y humanitarias.
Los 512.894 firmantes se comprometieron a reducir su contribución personal a las emisiones de CO2 mediante el reciclaje, la reutilización y la reducción del consumo, y a presionar a los dirigentes políticos para que adopten un acuerdo sobre el cambio climático que sea justo para los países pobres.
Al recibir el reloj de la campaña, Yvo de Boer dijo que, a pesar de las preocupaciones de los líderes mundiales por las crisis financiera, económica e industrial, "es una crisis moral lo que nos impide afrontar la crisis medioambiental"
"Hagamos oir nuestras voces ", concluyó de Boer, "porque Copenhague es la única ocasión que tenemos para conseguir este derecho".
Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario