jueves, 10 de septiembre de 2009

Jueves 10 de septiembre

Un cuento sobre Jesús

Dicen algunos que recuerdan este relato de boca de sus abuelos; mencionan que la tradición no aceptó esto como real y que quedó sepultado bajo el enorme peso de los Evangelios. Eso dicen, vos dirás.

Dicen que, como sabemos, Jesús anduvo poco por el Templo; extraña costumbre la de este Rabí (hoy diríamos Pastor) al que no le interesaba estar siempre puertas adentro. Tan extraño como que en este tiempo algún Pastor se arriesgue a no predicar cada domingo es "su" plataforma o púlpito.

Pero también dicen que, en las pocas visitas al Templo, el Jesús hizo unos líos bárbaros (en ambas acepciones del término). Y éstos que dicen esto aseguran que lo que describe Marcos 11.15-17 no es fiel a la realidad. Veamos qué dice este pasaje, del que hablan los de dicen:

Llegaron, pues, a Jerusalén. Jesús entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas, y no permitía que nadie atravesara el templo llevando mercancías. También les enseñaba con estas palabras: "¿No está escrito: 'Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones' ? Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones".

Estos que dicen afirman que Jesús nunca hizo semejante cosa. Y lo respaldan con unos argumentos parecidos a éstos:

Jesús sabía muy bien que nadie entraba a vender en el Templo sin hacer algún tipo de acuerdo con el poder religioso. Al mismo tiempo, para acceder a estos poderosos el camino más corto era estar cerca del poder político. Luego, si los que vendían palomas y llenaban de sus excrementos el Templo estaban en buenas migas con el poder político, ¿a quién en su sano juicio se le ocurriría acusar de ladrones a gente tan bien respaldada, tan excelentemente asesorada y tan protegida por las leyes vigentes? ¡Jesús necesitaba cambiar leyes, no criticar a los ladrones y menos echarlos del Templo sin respaldo legal!

Y sigue el argumento:

Lo que Jesús efectivamente hizo fue presentarse al Rey con un escrito, con copia al Emperador. Fue rodeado de una buena cantidad de sus seguidores, quienes se abrazaron alrededor del edificio donde se discutían las leyes, cantando, gritando, presionando con su presencia.

El relato parece detallar las costumbres de los pueblos más idolatras de la época. Todavía hoy, dos mil años después, algunos dicen que el olor del holocausto que repartió Jesús entre los que lo acompañaron llegaba hasta Egipto. Dicen que con esa comida y un poco de vino muchos lo siguieron.

Entonces, Jesús logró finalmente que el Rey, con la anuencia del Emperador, promulgara una Ley que prohibía la venta de palomas, el cambio de dinero y otras yerbas (literalmente, aunque no castigaba el consumo personal). Ley en mano, Jesús arremetió contra el Templo y al grito de "Yo soy La Ley" silenció a la multitud y procedió a leer la que pasó a la posteridad como "Ley Caliente":

Yo Rey, decreto que nadie puede comerciar en el Templo, excepto los que Jesús designe. El que critique a Jesús va preso inmediatamente. Archívese este texto en el archivo público y en la cárcel a los infractores.

La "Ley Caliente" llegó a ser más famosa que Jesús mismo y Jesús, como autor de la misma, más reconocido que como Señor y Salvador.

Dicen que no quedó ni un solo comerciante en el Templo. Que nunca hubo una sola crítica a Jesús. Que no nunca más se vio gente congregada. Que el templo fue destruido por desuso. Hasta hoy no se pudo concretar, pero la idea original era instalar un centro comercial. "Yoping Caliente" se iba a llamar.

Saliendo del cuento y queriendo acercarnos a la realidad de hoy, nos permitimos preguntarnos cuál fue el modelo de Jesús para modificar la realidad de una vida de culto, para que fuera "como Dios manda" y como Dios manda. Nos permitimos decir que la lectura del cuento nos genera asco espiritual, rechazo en la sola idea de que algo así hubiera hecho nuestro amado Señor. Nos permitimos recordar (a nosotros mismos) que estamos llamados a ser imitadores de Él, en nuestra calidad de imagen y semejanza del Padre.

Estamos esperanzados que el culto a Cristo sea limpiado de muchas costumbres malas, de negociados, de comercios y comerciantes. Esa esperanza está ligada a dos puntos concretos:

1. La transformación debe ser a través de la puesta en práctica del amor como valor supremo del Reino de Dios, que está cada día más cerca, y no como consecuencia de una imposición legislativa. No queremos sacar a nadie a los latigazos del Templo, ya que no tenemos luego la capacidad redentora del Señor.

2. Queremos que esta transformación alcance a TODO el Templo y TODA su gente. El estiércol de paloma lo llevamos todos, no solo un sector. De Adán a nuestros días, siempre, el pecado de un ser humano es el pecado de todos, la salvación de Uno es la salvación para todos. Mejor empezar a mirar la paja en el ojo propio. Fuera del Templo la gente sospecha hace rato que algo no está bien entre nosotros. Si no somos uno, ellos no creen. Lo dijo el Señor.

Quiera Dios ayudarnos a reflexionar sobre qué leyes debemos impulsar como gente de fe, de qué forma proponerlas y sobre todo, cuáles son SUS prioridades. Mateo 25 parece poner el foco en algo más eterno y actual:

"Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento…"

En una de esas, algún diputado con corazón político parecido al del Señor propone leyes sobre adopción, viviendas para desamparados, alimentación mínima obligatoria, esclavos modernos y otras, que parecen ser más urgentes que discutir quién tiene la teología correcta o el poder para imponer su teología correcta (o correctiva). Estamos seguros que los hay. Debemos respaldarlos.

Andrés Eidelson

Andrés Eidelson es estudiante de teología en el Instituto Teológico FIET y miembro de la Iglesia Presbiteriana San Andrés en el barrio de Belgrano, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fue uno de los creadores y conductor durante las primeras siete ediciones del programa "De espectadores a actores" .

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar


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