martes, 29 de septiembre de 2009

Martes 29 de septiembre

¿Político y cristiano?

Actualmente la iglesia evangélica latinoamericana juega intencionadamente un papel en la política. El autor interpreta que es el crecimiento numérico de la iglesia el que ha contribuído a la participación política del pueblo evangélico, pero lamentablemente este crecimiento no ha significado un énfasis de fe y de vida de la iglesia. Las experiencias política-iglesia en latinoamérica han sido desfavorables, esto por falta de preparación responsable de aquellos que representan a la iglesia. Por lo cual urge establecer criterios para reivindicar la participación del pueblo evangélico en la política latinoamericana.


Llegué a la iglesia hace unos cuarenta años. Era apenas un jovencito y tenía avidez por aprender. El énfasis era lo espiritual. En época de elecciones los pastores y misioneros, que en ese entonces eran muy influyentes, nos decían que la política no era para los creyentes.

Ha pasado mucho tiempo y la iglesia latinoamericana ha crecido en número. Hemos pasado de ser un puñado de hombres y mujeres menospreciados y perseguidos a ser un porcentaje importante de la población. A pesar de ese crecimiento, algunos de los viejos énfasis siguen siendo la base de lo que creen y de lo que viven muchos de los actuales miembros de la iglesia. Veamos algunos aspectos:

  • La predicación ha sido principalmente evangelística. Se promueve la salvación individual y se descuida la dimensión social de la misma.
  • El discipulado, cuando lo hay, se centra en aprender de las Escrituras pero no en vivirlas. Se ha perdido el énfasis en el testimonio personal.
  • El crecimiento numérico ha dado origen a iglesias autóctonas, muchas de ellas, sin un sustento doctrinal sólido. Tenemos ahora un cristianismo popular mezclado con creencias no bíblicas. Nuestro repudio por lo mundano nos ha llevado a olvidar que aun estamos aquí y solo nos preparamos para llegar al más allá. Nos hemos olvidado que el Señor dijo: «no que los saque del mundo sino que los libres del mal». En muchos casos no sabemos como vivir siendo sal y luz, porque nos hemos retirado del mundo. El tamaño de las iglesias nos ha hecho creer que nuestro poder está en los números y no en el Señor. En algunos países el crecimiento numérico nos ha hecho pensar que tenemos en nuestras manos el poder de decidir una elección presidencial.
  • En casi todos los países de Latinoamérica han surgido personas cristianas que quieren ingresar a la política. Algunos se convirtieron siendo políticos, otros han descubierto su «llamamiento» luego de pasar algún tiempo en la iglesia. Debemos reconocer que en la mayoría de las casos la experiencia ha sido catastrófica. Unos pocos han logrado ascender y una vez ahí no han sabido como ser cristianos en círculos de poder y han terminado dando mal testimonio. Otros han usado el poder para beneficiar instituciones o personas cercanas (iglesias particulares, ministerios o amigos) copiando el modelo de los políticos no cristianos.
  • En casi todos los países se ha intentado instrumentalizar la iglesia en busca de respaldo para llegar al poder. Se han levantado partidos políticos confesionales. En no pocos casos personas con supuestas buenas intenciones, pero ingenuas, han hablado en nombre de los cristianos evangélicos y nos han dejado en ridículo.
Me parece conveniente, antes de compartir algunas recomendaciones, recordar algunos síntomas de la realidad política de muchos de nuestros países:
  • Los políticos profesionales y empíricos seguirán tratando de manipular al pueblo cristiano para lograr sus fines.
  • Los partidos políticos ponen poca o ninguna atención a la base política-doctrinal y la lucha por el poder se enfoca más en la capacidad administrativa.
  • El ciclo de esperanza generado por cada elección se está reduciendo. El pueblo, ante la corrupción y el incumplimiento de las promesas de campaña, se está volviendo pesimista, lo cual atenta contra la democracia. Es posible que la gente ponga su esperanza en algún partido alternativo o en líderes más autocráticos (mesiánicos).
  • La Asamblea Legislativa o Congreso, así como el Poder Judicial han estado siendo cuestionados por su corrupción e inoperancia. Las medidas correctivas son de carácter represivo y no existen esfuerzos serios para la recuperación de valores.
¿Qué debemos hacer ante esta realidad? ¿Cómo evitar que las experiencias negativas de los cristianos en la política se sigan repitiendo? Permítanme compartir algunas ideas al respecto:

1. El liderazgo debe tomar conciencia de que hay muchos campos en el mundo en donde es legítimo ser sal y luz. La iglesia debe reconocer que toda actividad humana legítima es un campo de misión. La política no es mala en si, Dios está interesado en gobernantes justos y capaces. Dios desea el bienestar de los pueblos y en esto juegan un papel importante los políticos.

2. La iglesia debe preparar a sus miembros a ser cristianos en el medio social y laboral en el cual les corresponde vivir. Mucho del discipulado que se da hoy día es enseñanza teórica que tiene muy poco que ver con el vivir diario. Gran cantidad de gente ha llegado a la iglesia, pero aun conserva muchas de sus viejas costumbres. Tenemos que enseñar a los miembros de la iglesia a vivir su fe, predicar con ejemplo y con palabra.

3. Debemos organizar las actividades eclesiásticas dejando un espacio para que los cristianos sigan insertos en su mundo social y laboral, de lo contrario no lo podrán cambiar. Cuando la gente se convierte, la queremos tan involucrada en las actividades de la iglesia que ya no tiene tiempo para servir de sal en el mundo. La efectividad de la misión de la iglesia está precisamente en que permanezcamos en el mundo y nos convirtamos en embajadores del Reino de Dios.

4. El liderazgo de la iglesia debe organizar actividades de reflexión sobre como manifestar las señales del reino en medio de la situación cultural y social imperante. No basta con tener buenas intenciones, se necesita preparación y experiencia. Los cristianos interesados en política o que ejerzan algún puesto de servicio deberían de participar de actividades de reflexión sobre problemas nacionales y las posibles alternativas de solución desde una perspectiva cristiana. El pastor interesado en la madurez de sus fieles necesita estar informado y recomendar buenos libros que promuevan la reflexión y profundización de temas sociales.

5. La iglesia debería organizar actividades propias para personas con profesiones específicas. Los profesionales tienen que enfrentar, al igual que otros trabajadores, situaciones que retan su fe, o bien, que necesitan definir como su posición cristiana. Los profesionales y trabajadores en campos específicos son las personas indicadas para asesorar a los servidores en el campo político.

6. Las iglesias deben rechazar todo intento de manipulación política. La iglesia debe mantener su libertad de opinión para poder aconsejar o apoyar a cualquier grupo que haga lo bueno para el país o para la comunidad, así como también para estar en desacuerdo y denunciar a todo aquel que esté haciendo lo perjudicial para la comunidad. Los políticos cristianos deben aprender a respetar la iglesia y no involucrarla en su propio proyecto político. El púlpito y el ministerio son para promover y proclamar a Cristo y su obra, no proyectos políticos partidistas de hermanos en la fe. Los hermanos y hermanas deben sentirse libres para votar y apoyar proyectos de acuerdo a su propia conciencia.

7. Como en todas las cosas, a los miembros de la iglesia se les debe dar instrucción para ejercer sus deberes y derechos ciudadanos en forma responsable. El cristiano está llamado a pensar en beneficio de los demás y de la comunidad. La iglesia debe tener una actitud semejante de buscar el beneficio comunal y nacional, antes que el beneficio propio. Se debe recordar a los miembros que no por ser cristiano un candidato será un buen funcionario. En la historia bíblica el Señor usa como sus instrumentos aun a inconversos, mientras que algunos miembros del pueblo de Dios tuvieron que ser desechados.

8. Los líderes cristianos deben evitar la tentación de involucrarse en la lucha por puestos en partidos políticos. Si deciden esa vía, lo más aconsejable es que no estén al frente de iglesias o ministerios cristianos específicos.

9. La iglesia debe asumir un papel profético al denunciar todo aquello que se opone a lo enseñado en la Palabra de Dios (pecado) y de apoyo a proyectos en beneficio de la comunidad (el bien común). Esto requiere un esfuerzo en el estudio e interpretación de la Biblia, pero esto es precisamente lo que Dios espera de nosotros.

10. Los líderes de la iglesia deben estar atentos al desarrollo de la vocación de los miembros de sus congregaciones. Estas vocaciones incluyen la del servicio público.

Si deseamos bendecir a nuestras naciones latinoamericanas tenemos que prepararnos responsablemente. Una participación irresponsable afecta el testimonio y avance de la obra de Dios. La no participación tampoco es una opción, ya que estamos llamados a ser bendición en medio de nuestros pueblos.

Ideas básicas de este artículo
• La iglesia latinoamericana contemporánea juega de forma intencionada un papel en la política, ahora más fuerte y más frecuentemente.
• El crecimiento numérico de la iglesia ha sido una de las razones por las cuales el pueblo evangélico se ha incorporado a la vida política de la las naciones.
• El crecimiento numérico no ha significado un crecimiento en los énfasis de fe y de vida de la iglesia.
• Las experiencias política-iglesia en latinoamérica no han sido favorables, gracias a la falta de una preparación responsable de aquellos que representan la iglesia.
• Debemos establecer criterios para reivindicar la participación de la iglesia evangélica en la política latinoamericana.

Preguntas para pensar y dialogar
1. ¿Tiene su iglesia una postura con respecto a la política? Si tiene una escríbala.
2. Defina con una palabra la política de su país.
3. Defina con una frase la función de su iglesia en la política de su país.
4. Como cristianos y como ciudadanos responsables ¿cuáles serían algunas acciones que se podrían desarrollar en nuestra iglesia y en la política?

[tomado de http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=225]

Alberto Reyes

Alberto Reyes es pastor e ingeniero agrónomo de profesión, ha trabajado por veintidós años con las Sociedades Bíblicas Unidas.

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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