miércoles, 24 de junio de 2009

Miércoles 24 de junio

Predicar a Dios en la actividad política

La actividad política, como la familiar, la laboral, la gremial, la cooperativa, constituye una oportunidad para manifestar al Dios que nos da paz y alegría de vivir, como así también confianza en nuestra eterna felicidad y en la de nuestros seres queridos. Es una oportunidad, porque nos permite relacionarnos con personas distintas: por edad, por condición social, cultural, educativa, de creencias.

A través de esa relación, por la que se busca mejorar el bienestar general, podemos mostrar la confianza en la vida eterna a través de los desprendimientos personales. Los creyentes nos desprendemos de lo material porque estamos convencidos que eso es mínimo frente a un valor supremo como la felicidad eterna. Por eso Cristo lo demostró con su sufrimiento y muerte física y nosotros podemos demostrarlo, aunque en mucho menor medida, esforzándonos sin pretender recompensas terrenales (cargos, honores, dinero).

Podemos mostrar básicamente los valores de la dignidad (de ser hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza), del amor a todos (incluyendo a nuestros enemigos), de perdonar todas las ofensas, de comprender a los demás, de tratarlos amigablemente, de aceptarlos como son, porque sabemos que así procede Dios. La actividad política es uno de los caminos que nos permiten perfeccionarnos y perfeccionar a los demás.

Para un creyente, la política es un medio más para predicar a Dios, que es semejante a predicar el amor, entendiendo por amor la voluntad de tratar a los demás como consideramos que Dios quiere que los tratemos (con calidez, aceptación, justicia, libertad, misericordia)
. Para un creyente, los objetivos principales son amar a Dios y a los demás y que los demás lo conozcan y hagan lo propio. Los objetivos terrenales (tener una familia, un status social, ser gobierno) son secundarios, y no deben oponerse ni entorpecer al principal.

Considero que los creyentes debemos tener siempre presente que Dios no necesita de nosotros para beneficiar a los demás, porque es todopoderoso. Cuando beneficiamos a los demás, nos beneficiamos a nosotros mismos, y si no lo hacemos nos perjudicamos nosotros. Dios les compensará los perjuicios que le ocasionemos y los terminará beneficiando a través de otros. Dios sería ingenuo si hiciera depender la felicidad de los demás de un solo grupo de personas.

Lo expuesto me explica el porqué de la diversidad de religiones y creencias, es decir la gran cantidad de caminos que conducen a Dios. Como manifestaba Gandhi, tantos como seres humanos.

Miguel Ángel Bustos

Miguel Ángel Bustos es Ingeniero Químico, Inspector de Seguridad Nuclear y miembro de la Mesa Interreligiosa del Conurbano Norte de la Coalición Cívica (bustosma@yahoo.
com).

Nota: Esta reflexión es un aporte al diálogo entre la fe y la política y no implica ninguna relación del autor con
la Coalición Cívica. Para suscribirse al servicio gratuito de reflexiones diarias sobre la política desde la fe, envíe un mensaje en blanco a: elcorazondelapolitica-subscribe@gruposyahoo.com.ar

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